Dado el caótico panorama que vive la República Dominicana en la producción de comedias cinematográficas y el esfuerzo a la ligera (o a la chercha) que han asumido nuestros directores, I Love Bachata viene a confirmar su fracaso y a dejarnos claro que, su autor, ha errado ejerciendo el oficio de “director” de cine y que parece no entender que cine y televisión nunca han sido lo mismo ademas...
I love bachata no hace uso del género como toda una plataforma para transitar por la vía de la construcción de un discurso narrativo que beba de la comedia y que tanto en su evolución técnica como en su evolución teórica se cuele dentro del cine de valor; sino que, más bien emplea su “humor” para crear una forma de expresión propia que identifique a los espectadores como unos estúpidos o idiotas. ¿Cuáles son las definiciones que tienen nuestros cineastas de los espectadores dominicanos?
Roberto Ángel Salcedo nos cuenta la historia tres jóvenes (Roberto Ángel, Fausto Mata, Raeldo López) aspirantes a bachateros, pero que tendrán que enfrentar una serie de situaciones para convertirse en reconocidos intérpretes de este género musical. Estos muchachos se reúnen diariamente para ensayar y entonces aparecerá quien se convertirá en el manager del grupo (Manolo Ozuna), engañándolos, distrayéndolos y los muchachos (muy ingenuamente) se creen todas sus historias y hacen todo lo que éste les ordene hacer.
El desarrollo de la historia es cuestionable y con errores imperdonables. La edición es tan mala que en momentos el espectador necesita hacer esfuerzos mentales y de apreciación para identificar espacios temporales en que se les presentan algunas escenas; y la interpretación de algunos personajes delatan un mal manejo del guión quedando como simples interpretaciones mecánicas y poco profesionales. Yo, por mi parte, hubiese recomendado que por lo menos tres meses antes aprendieran a tocar guitarra y así no hubiesen hecho el ridículo cada vez que se le veía tocando y, de paso tampoco les faltarían el respeto a los que saben de música y al público también. La única actuación decente es la de Manolo Ozuna.
Esta proliferación de películas dominicanas clasificadas en su mayoría dentro del género de “comedia” ha colocado a los espectadores dominicanos en una situación en la que cada nueva producción no nos agrega nada a nuestras expectativas y lo que intentan es confundir inútilmente al espectador. Éstos, los directores de cine dominicano deben algún día concebir el cine como arte y este arte como un medio de comunicación y no como un recurso de presentaciones “anti-cine” y chercha colectiva. El cine es algo serio.
Esta película es para un público que se preste a que lo hagan sentir como estúpido por un par de pesos. Y cualquiera que conozca las producciones anteriores de este señor (Roberto Ángel Salcedo), quedará suficientemente convencido en ella de que éste señor es cualquier cosa, menos artista de cine.
“I love bachata” gustará a los que no exigen demasiado de una película y van al cine a ver televisión
