Fidel Castro cumple mañana 85 años, dedicado a supervisar el tratamiento médico que sigue en La Habana el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, mientras sus seguidores se aprestan a dedicarle una serenata de tres horas hoy y sus detractores no dejan de maldecirlo, cinco años después de haber entregado el gobierno por razones de salud desde la enfermedad de Chávez en junio, Fidel dejó de escribir sus “Reflexiones”, dedicadas básicamente a evaluar problemas internacionales, y se hizo mucho menos habitual su presencia en medios locales, a través de fotos o imágenes fílmicas, por lo general tomadas en su residencia ademas....
La última vez —delgado y con problemas de locomoción, aunque lúcido y conversador— se le vio junto a Hugo Chávez, cuando éste confirmaba que había sido operado “exitosamente de un tumor” canceroso el 20 de junio, y desde entonces ha hecho de la total recuperación del amigo y principal aliado, objetivo central de su vida.
Expertos dicen que el hombre que durante 47 años lideró el surgimiento del socialismo en Cuba y desafió a diez administraciones consecutivas en Washington, “tiene ahora la vista puesta en una nueva reelección de Chávez en los comicios de 2012, y desde las ventajas que le concede no tener ningún cargo dedica a ello la mayor parte de su tiempo”.
Hay quienes consideran incluso que el tratamiento público que se le ha dado a la enfermedad de Hugo Chávez y a las dos sesiones de quimioterapia en La Habana —la segunda está en curso—, para evitar que se reproduzcan células malignas, ha tenido un “positivo impacto” en la popularidad del venezolano, con vista a los comicios y a otra reelección. Venezuela es el principal sostén económico de Cuba, con el suministro a precios preferenciales de la mitad del petróleo que se consume y con financiamiento multimillonario a los principales proyecto estratégicos del país caribeño, afirman expertos.
Y mientras Fidel, lejos de los focos de la prensa, parece sumergido en asuntos geográficamente distantes, su hermano, el presidente Raúl Castro, de 80 años, encabeza desde 2006 el mayor proceso de cambios que se recuerde desde el triunfo de la revolución en 1959, sobre la base de reducir el peso del Estado en la vida nacional y propiciar la coexistencia de las propiedades pública, cooperativa y privada, como única manera de que el socialismo trascienda y se conecte a la globalización.
No son pocos los cubanos que opinan que si los cambios que impulsa el mandatario no llegan a cuajar, “a diez o viente años vista, sin tirar un solo tiro, nos van a colonizar desde Miami”, la llamada capital del exilo anticastrista, cuyos sectores más conservadores se dedican por estos días a neutralizar los tenues pasos aperturistas de Barack Obama, que con su luz verde a los envíos de remesas y a los viajes libres de los cubano-americanos ha convertido a ese sector en la segunda fuente de ingresos del turismo internacional en la isla, después de los canadienses.
En este contexto, para la izquierda “no sólo en América Latina, sino en cualquier parte, Fidel es el principal referente”, según dijeron el miércoles los organizadores de la “Serenata a la fidelidad” —la Fundación Oswaldo Guayasamín, con sede en Quito—, y la realización del singular concierto en la noche de este viernes en el teatro Karl Mark de La Habana, con transmisión de televisión dentro y fuera de la isla, apunta en esa dirección. “Fidel no es inocente de que el mapa político esté cambiando en América Latina”, dijo el veterano cantor uruguayo Daniel Viglietti, uno de los participantes en la serenata, junto al dúo cubano Buena Fe, de amplia popularidad en la isla, con sus letras críticas a la realidad nacional.
Nadie sabe si Castro asistirá al festejo —“él es el único que puede tomar esa decisión y no la ha tomado”, dijo Pablo Guayasamín—, pero el hecho cierto es que lejos de la publicidad que lo acompañó durante casi medio siglo, este hombre de ascendencia gallega y vida consagrada a la política, sigue moviendo pasiones, como si tuviera 20 o 30 años.
“Castro es el responsable principal de todo los males de Cuba”, dicen sus enemigos, que el sábado 13 de agosto, de seguro, cruzarán los dedos una vez más para ver si el más allá resuelve lo que ellos no han podido. Otros cubanos, partidarios incluso de la revolución, consideran que “Fidel esperó demasiado tiempo para retirarse” del poder, y no son pocos los que todavía hoy —sesentones o mucho más jóvenes—, vuelven a proclamar, “Pa’lo que sea, Fidel, pa’lo que sea”, como era cotidiano en aquellos duros tiempos de 1960, cuando la oposición en Cuba se hacía a bombazos y la revolución era una utopía que despertaba el apoyo de los más diversos sectores de la sociedad isleña.